Cada vez es más frecuente escuchar que el número de abejas está disminuyendo y que se encuentran en una situación de dificultad. Esto se debe a varios factores, entre los que se encuentran, principalmente, el cambio climático y el uso de plaguicidas en los campos de cultivo.
Como sabemos, las abejas recogen el néctar de las flores para poder producir miel. Al posarse sobre ellas, quedan impregnadas de su polen. De esa manera, al ir a la siguiente flor y seguir repitiendo el proceso, dispersarán el polen entre ellas, produciendo la polinización. Este proceso, que puede parecer muy simple y muy pequeño, tiene una importancia fundamental. Mediante ese procedimiento, las abejas y otros insectos consiguen polinizar hasta tres cuartas partes de los cultivos.
¿Qué consecuencias tendría la desaparición de las abejas?
Como hemos dicho, ellas son las responsables de la polinización de gran parte de los cultivos. Su desaparición o descenso de población generaría la ausencia de muchas frutas y verduras que consumimos de manera habitual. Esto se debe a que, aproximadamente, el 50% de ellas necesita de polinización directa. Alimentos como las almendras o las manzanas, probablemente, desaparecerían.
Además de desaparecer plantas y cultivos de nuestro consumo, también desaparecerían otros tipos de plantas ornamentales y silvestres.
Como es de esperar, todo esto también conllevaría problemas en la cadena alimenticia. Si los animales herbívoros no encuentran alimento suficiente para subsistir, también descendería su población, lo cual también afectaría, a su vez, a los animales carnívoros que se alimentan de su carne. Lógicamente, esto no sucedería sólo en el hábitat salvaje o silvestre, si no que la producción de nuestros alimentos también se vería afectada.
¿Cómo puede ayudar la agricultura ecológica?
La agricultura ecológica nos ayudaría a la conservación de la población de abejas y de otros insectos polinizadores mediante dos aspectos principales.
Como ya hablamos en el artículo Plantas que nos ayudan a combatir las plagas en la agricultura ecológica, la biodiversidad juega un papel fundamental. Con la variedad de plantas, conseguiremos repeler a los insectos no deseados y atraer a los que sí que son bienvenidos, como las abejas. Por lo tanto, se produciría un beneficio en varias direcciones: las plantas nos ayudarían a proteger nuestros cultivos y, a su vez, servirían a las abejas de alimento, produciendo estas la polinización de las plantaciones.
Además, cuando la biodiversidad es menor, se observa que la calidad de la alimentación de las abejas disminuye y esto afecta a su esperanza de vida, que se ve reducida.
Por otra parte, no todos los insecticidas son aplicados mediante aerosoles, sino que también pueden usarse para recubrir las semillas. De esta manera, la planta crece y esta sustancia se encuentra tanto en sus tejidos como en su néctar y en su polen. Por lo tanto, los insectos polinizadores se ven intoxicados al alimentarse de ellas. En la agricultura ecológica, al no hacer uso de plaguicidas, como insecticidas, fungicidas o herbicidas sintéticos, evitaremos diezmar su población.
Dejar una Respuesta