La alimentación de los niños, desde bien pequeños, es un elemento fundamental para su salud. Proporcionarles una alimentación completa y equilibrada ayudará a que mejoren sus defensas y dispongan de la energía necesaria para el día a día. Como sabemos, los niños disponen de una gran energía que los lleva a jugar e investigar gran parte del día. Necesitan conocer su entorno, aprender y descubrir todo aquello que les rodea. De esta manera, desarrollan tanto su mente como sus capacidades físicas. Por lo tanto, tener como base una buena alimentación es indispensable.
En anteriores artículos hemos podido conocer los numerosos y variados beneficios de la patata. Gracias a sus cualidades, resulta adecuada para pequeños y adultos. Durante los primeros años de vida, se van introduciendo nuevos alimentos y sabores. De forma frecuente, surgen dudas sobre qué productos es bueno ir añadiendo a su dieta y de qué manera prepararlos. Hoy trataremos sobre los beneficios que puede aportarles y la manera más adecuada de cocinarla.
Propiedades de la patata
La patata aporta hidratos de carbono, por lo que resulta un alimento muy saciante, además de contener proteínas y fibras. Respecto a las vitaminas, son fuente de vitamina C, vitamina A y B6. Además, también son ricas en minerales, como el potasio, el magnesio y el hierro.
La patata en la dieta infantil
Puede empezar a introducirse en su dieta a partir de los seis meses, ya que se digiere fácilmente y es un alimento muy nutritivo. Este tubérculo tiene una composición de un 78% de agua y un 18% de almidón, aproximadamente. El 4% restante constaría de minerales (como el fósforo, el potasio, el calcio y el magnesio), proteínas y alrededor de un 0,1% de lípidos.
Como hemos visto, supone un aporte muy rico de vitaminas, como la tiamina, la niacina, la riboflavina y la vitamina C. Todas estas propiedades la hacen fundamental en nuestra alimentación.
¿Cómo prepararla?
La patata no debe comerse cruda, lo ideal es cocerla con poca agua para aprovechar los nutrientes que puedan quedar en el caldo u hornearla. Preparándola al horno conseguiremos que se ablande pero que sea fácil de coger sin deshacerse.
Aunque la piel de la patata también resulta muy beneficiosa, es más difícil de digerir. Por esta razón las pelaremos antes de cocerlas. También podemos decantarnos por cocinarlas al vapor, lo cual permitirá que conserven mejor sus nutrientes. A esta edad ya pueden consumir hortalizas como calabacín, guisantes o judías verdes. Por lo tanto, otra buena opción es hacer combinaciones para ir variando los sabores.
Para que sea fácil de comer, las coceremos hasta que queden bien blandas. Cuando las retiremos del fuego, podemos añadir una cucharada pequeña de aceite de oliva. Es importante señalar que no se debe añadir sal, al menos hasta después del año.
Si no queremos servirlas siempre cocidas, se pueden presentar asadas o en forma de puré. No es recomendable hacer uso de los preparados industriales de puré. La razón de esto es que, para la elaboración de los mismos, suelen añadirse monoglicéridos para mejorar los sabores. También antioxidantes como el ácido ascórbico, ácido cítrico para su conservación y colorantes, como pueden ser los fosfatos. Esto hace que no sean recomendables a edades tan tempranas.
Dejar una Respuesta