Existen diversos herbicidas químicos en el mercado de los que se hace uso de manera habitual. Uno de los más extendidos y utilizados es el glifosato. Quizá, por esta razón, su nombre nos pueda resultar más conocido, e incluso puede que nos hayan llegado algunas opiniones o debates sobre ello. Este está siendo un tema muy controvertido durante los últimos años, y aún en la actualidad, pero ¿qué sabemos al respecto? Son muchas las dudas que pueden surgir relacionadas con este producto químico, por ello queremos hablar de él hoy y ayudarte a conocer mejor de qué se trata.
¿Qué es?
Como hemos indicado al comenzar este artículo, el glifosato es un tipo de herbicida químico. Como acaba con todo tipo de plantas, se utiliza como un herbicida total. Esto quiere decir que no se utiliza de forma selectiva a la hora de enfrentar otras hierbas y arbustos. A nivel mundial es el más utilizado y, en ocasiones, también se hace uso de él asociándolo con los cultivos transgénicos. ¿Cómo se hace esto? Algunas de las semillas que podemos encontrar en el mercado se han modificado genéticamente para que sean tolerantes al glifosato. De esta manera, aunque estas plantas sean rociadas con él, no se verán afectadas por el mismo, mientras que el resto sí que acabarán muriendo.
¿Puede ser peligroso?
Existen numerosos estudios que indican que el glifosato puede resultar perjudicial para la salud tanto de las personas, como de los animales y el medio ambiente. Desde la Universidad de Caen, en Francia, Gilles- Enric Seralini, que es especialista en biología molecular, realizó un estudio en el que demostraba que este químico estimulaba la muerte de las células de embriones humanos. Igualmente, pudo ver que algunas de las células de la placenta son sensibles a este producto, aun tratándose de dosis mucho menores que las utilizadas para la agricultura.
Aunque las mujeres embarazadas son las que presentan un mayor riesgo, también puede resultar nocivo para el resto de la población. Transitar por zonas fumigadas puede llegar a tener efectos sobre la salud, como pueden ser toxicidad subaguda, toxicidad crónica, trastornos reproductivos, daños genéticos y puede resultar cancerígeno.
Al fumigar los cultivos con glifosato, este se infiltra en el suelo. Resulta muy soluble en el agua y puede persistir en ella de dos a seis meses. Esto hace que los acuíferos se vean contaminados, resultando tóxico para la fauna que vive en el agua, así como para los animales domésticos y el ganado. Por otra parte, su extensión por el subsuelo no se puede controlar. Esto viene agravado por el hecho de que, los herbicidas que contienen este químico, contienen otras sustancias que hacen que su absorción resulte más sencilla, a la vez que incrementan su toxicidad.
¿Está permitido el glifosato?
Existen diversos lugares en el mundo en los cuales el uso del glifosato se ha prohibido. Esta prohibición se centra, especialmente, en las zonas cercanas a las escuelas o parques, así como en los lugares frecuentes de recreo de los niños. También en nuestro país son muchos los municipios que han tomado esta elección, como una manera de evitar daños al entorno o a las personas que viven en él.
Respecto a las normativas, podemos encontrar la Directiva Marco de la Unión Europea para un uso sostenible de plaguicidas: la Directiva 2009/128/CE. En ella se indica que “Los Estados miembros velarán por que se minimice o prohíba el uso de plaguicidas en las siguientes zonas específicas: a lo largo de carreteras […], en los espacios utilizados por el público en general, o por grupos vulnerables, como los parques, jardines públicos, campos de deportes y áreas de recreo, recintos escolares y campos de juego y los espacios cercanos a los centros de asistencia sanitaria”.
Por otra parte, el Real Decreto 1211/2012 de uso sostenible de los productos fitosanitarios, permite en amplia medida el uso de herbicidas. Aunque, en este Decreto, podemos ver que se limita en cierta manera el uso de herbicidas en las zonas cercanas de cursos de agua, sí que lo permite en otros lugares. Por ejemplo, consiente la cercanía de acequias, canales y otras aguas que son destinadas para el riego. En el caso de los espacios públicos, como pueden ser los jardines o los alcorques situados en la calle, establece la obligación de señalizar que se ha hecho uso de este tipo de químicos, pero no añade ninguna especificación o prohibición. Igualmente, para el uso de herbicidas en terrenos que se encuentren cerca de centros educativos, sería suficiente con el consentimiento por parte del equipo de dirección de los mismos.
¿Es posible una alternativa?
Aunque parezca que no haya alternativa al uso de herbicidas químicos, sí que es posible sustituirlos por métodos que no resulten contaminantes y sean respetuosos con el medio ambiente, así como con la salud.
Como hablamos en nuestro artículo Malas hierbas: cómo combatirlas sin el uso de herbicidas tóxicos podemos encontrar otras maneras de hacer frente a la vegetación que crece en nuestro terreno y que puede afectar a nuestros cultivos. Hacer un correcto manejo del suelo, la utilización de abonos verdes, las rotaciones de cultivos y el uso de medios manuales, mecánicos y térmicos, nos ayudará a cumplir este objetivo. Igualmente, podemos crear nuestro propio herbicida ecológico.
Cuando se trata de espacios públicos, otra opción es el diseño de suelos tapizados con vegetación natural, que sea controlada mediante la siega. De la misma manera, para hacer frente a la vegetación que crece en las cunetas de las carreteras, el desbrozado sería una elección eficiente y respetuosa con el entorno.
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