Existen diferentes tipos de sustratos para nuestras plantas y cultivos que pueden resultar muy beneficiosos. Dependiendo del espacio del que dispongamos o del tipo de plantas y árboles que tengamos plantados, pueden surgirnos dudas de cuál de ellos es el más adecuado. Para obtener los mejores resultados posibles y conseguir un correcto desarrollo de nuestro cultivo, es importante tener en cuenta estos aspectos. Igualmente importante son las condiciones del entorno en el que nos encontramos, ya que las necesidades pueden variar.
¿Qué es?
La grava volcánica para plantas consiste en fragmentos de un tamaño entre los 5 y los 15 milímetros de diámetro. Su origen es volcánico y se utiliza en las plantas como sustrato inerte. Suele encontrarse en las depresiones y laderas cercanas a los volcanes. La razón de esto es por su origen, ya que se generan a partir de lava volcánica lanzada, que se endurece de forma rápida con el aire.
Aunque de forma habitual se utiliza la grava de color roja, también podemos encontrarla en color negro. Es muy ligera y su superficie es muy porosa, pudiendo encontrar dos tamaños de granulometría, siendo estos pequeño o grande.
En el ámbito químico, esta grava es aséptica, inerte e inorgánica. Esto hace que no tenga actividad biológica ni intervenga en el intercambio catiónico. Pero sí que aporta muchos beneficios a nuestras plantas. A continuación hablaremos sobre algunos de ellos.
¿Qué beneficios aporta?
Como hemos señalado anteriormente, la grava volcánica aporta muchos beneficios a las plantas. Algunos de ellos son:
- Estructuración del sustrato: este tipo de grava no sólo se utiliza a nivel decorativo, sino que también cumple funciones importantes. Cuando añadimos grava de granulometría pequeña a nuestro sustrato, esta ayuda a mantener el suelo ligero y aireado.
- Decoración: puede que sea su uso más extendido, ya que queda muy decorativo en la cobertura y decoración de las macetas. Combinando ambos colores pueden conseguirse resultados muy originales.
- Drenaje: gracias a su porosidad, permite que el agua no se quede estancada en la tierra, evitando que las raíces se pudran.
- Retención de agua: de la misma manera, esta porosidad ayuda a retener mejor el agua. De esta manera se consigue mantener una humedad adecuada y poder espaciar los riegos.
- Reducción de la erosión: cuando se utiliza como capa superior, la grava volcánica ayuda a reducir la erosión que pueda generar el viento o las lluvias.
- Protección frente a los cambios de temperatura: de la misma manera, nos ayudará a proteger nuestras plantas contra los cambios de temperatura. Al ponerla como mantillo, aísla la capa inferior y evita que sufra cambios de temperatura. Como sabemos, estos pueden generar erosión, deshidratación o la pérdida de la estructura del suelo.
- Acidificar el suelo: dependiendo de las plantas que cultivemos, algunas de ellas pueden preferir un suelo algo más ácido, como las hortensias, las azaleas o los pinos. Añadir este tipo de sustrato puede ser beneficioso en estos casos.
- Promover el enraizamiento: la grava volcánica estimula un mejor desarrollo de las raíces, así como un sistema radicular sano.
- Evitar malas hierbas: otro de los beneficios de utilizarla como acolchado es que impide que crezcan las malas hierbas. Añadiéndolo a nuestras plantas, conseguiremos tener un espacio limpio.
¿Cómo utilizarla?
Si no hemos utilizado con anterioridad este tipo de grava, es necesario que conozcamos bien cómo proceder en cada tipo de casos. En primer lugar, siempre debe lavarse cuando es la primera vez que se utiliza. Así eliminaremos la suciedad y el polvo que pueda contener.
Posteriormente, tendremos que definir qué uso queremos hacer de ella, para elegir mejor el tipo de graba. Si nuestra intención es usarla como mantillo, deberemos elegir la grande, mientras que la pequeña será más idónea para incorporarla a las mezclas de sustrato.
Como mantillo
En este caso, podemos darle dos finalidades: una de ellas es de cobertura para macetas, y la otra de cobertura de suelos de mayor amplitud. En el primer caso, sólo hay que colocar una capa de grava sobre el sustrato de nuestra planta. En el segundo caso, se aplica de la misma manera, resultando verdaderamente útil en terrenos más extensos, evitando tener que incorporar otras plantas que necesiten cuidados.
Como sustrato
Se puede llevar a cabo de diferentes maneras, según el tipo de plantas de destino:
- Para bonsái: requieren un cuidado muy meticuloso y, por lo tanto, también sustratos especiales. Es importante conseguir un adecuado nivel de oxígeno en las raíces, así como evitar el encharcamiento. Una mezcla adecuada del sustrato sería de un 30% de grava volcánica y un 70% de akadama.
- Universal: adecuado para la mayoría de las plantas. Para preparar el sustrato se puede realizar una mezcla a partes iguales de turba y humus de lombriz, añadiendo un poco de grava volcánica. Para que se integre todo adecuadamente se mezclará bien.
- Cactus y suculentas: al igual que los bonsáis, las suculentas también necesitan un sustrato especial para impedir una retención de agua excesiva. Se puede mezclar una parte de grava volcánica con dos de sustrato universal.
Otros usos beneficiosos
Bandejas para humedad ambiental
Algunas plantas necesitan una humedad ambiental mayor. Una técnica que nos puede ser muy útil es la de preparar una bandeja con grava volcánica. Añadiremos agua y colocaremos las macetas sobre ella. De esta manera, el agua de la bandeja se irá evaporando, aportando humedad a nuestras plantas.
Falta de drenaje
Cuando se trata de macetas que carecen de orificio, se acumula el agua en ellas y se incrementan las posibilidades de que las raíces se pudran. Una buena opción es poner en la base de la maceta una capa de grava. Así, el agua se acumulará en esta zona, evitando que esta se ahogue y aportando humedad al evaporarse más adelante, cuando la planta lo necesite.
Plantas acuáticas
Otro de los usos que se le da a la grava volcánica es para las plantas de acuario. Además de servir de anclaje, estimulan el enraizado. Igualmente, no daña a los peces que se encuentran en el acuario ni al equilibrio del agua.
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