Cada día hay mayor conciencia sobre lo importante que es la reducción de residuos dañinos para el medio ambiente. Como consecuencia, en los últimos años han ido apareciendo diferentes artículos que son ecológicos y respetables con el entorno. Cada vez más son los que tienen una vida útil después de aquella para la que están destinados. Un ejemplo de ello son los lápices plantables.
Los lápices son elementos básicos que utilizamos a diario. Los podemos encontrar en cualquier ámbito, y pueden ser utilizados por pequeños y mayores. Como la mayoría de las cosas, el uso de los lápices tiene un tiempo limitado. Con el uso, al sacarles punta, llega un momento en el que el tamaño del lápiz no nos permite utilizarlos más. Es entonces cuando toca desecharlos y para lo que se ha buscado una alternativa muy práctica: los lápices con semilla.
¿Cuáles son sus ventajas?
Además de seguir dando una vida útil a nuestros lápices una vez que ya no se puede escribir con ellos, también se evita la generación de desechos. Por otra parte, para su fabricación se utilizan materiales naturales. La madera de la que están hechos suele ser de cedro. Para la mina, lo más habitual es que se haga uso de una mezcla de grafito con arcilla, de manera que se consiga la dureza correcta. Además, su plantación es muy sencilla.
Respecto a los tipos de semillas que contienen, estas pueden ser muy variadas. Podemos encontrarlos con semillas de menta, de salvia, de tomillo, de perejil, de trébol, de albahaca, de perilla o de otras plantas aromáticas.
También pueden ser el regalo perfecto, a la par que original. Para los amantes de las plantas y para aquellos que hacen uso de los lápices de forma habitual, como pueden ser profesores, dibujantes, arquitectos u oficinistas.
¿Cómo plantarlos?
Como hemos dicho anteriormente, plantar los lápices ecológicos con semilla resulta muy sencillo. Cuando nuestro lápiz ya sea tan pequeño que no podamos utilizarlo para escribir o dibujar, será el momento idóneo para plantarlo. Podemos hacerlo en el suelo, si disponemos de algún espacio de tierra, o en una maceta. Preferentemente, buscaremos un lugar en el que suela dar el sol, para que nuestra planta crezca con mayor facilidad, y la regaremos. Pasados unos días retiraremos el tapón protector. Una vez que la semilla haya germinado, le daremos los cuidados que le daríamos a cualquier otra planta.
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